Quizás los que aún nos siguen y no se aburrieron a mitad de camino de esta historia, de este retrato escrito de un viaje aventurado (*), habrán notado que cada Tomo representa una provincia, en el caso de Argentina, o una ciudad nueva, en el caso de los países que no poseen la blanquiceleste. Para este Tomo los espera un cambio, una seguidilla de puntos, de ciudades, de pueblos, de hitos, de marcas minúsculas en un mapa, de un ítem dentro de una lista de ítems que conforman un trabajo fotográfico complementado con un viaje aventurado!
Explayándonos mejor, gracias a la propuesta imposible de rechazar de Roberto, nuestro viaje cambia de rumbo nuevamente para girar un poco en torno a los puntos propuestos por él, necesarios para su revista. Puntos que quizás solo pasamos una tarde o una noche, o que merecían dos o más días y que juntos conforman 16 días de pura ruta y puro conocimiento.
Es así que lugares ni siquiera escuchados por nuestros oídos en ningún centro de información turística ni por peruanos macanudos sedientos de ofrecer ayuda, llegan a nuestra hoja de ruta y conforman un viaje único.
Con desvíos y caminos paralelos, con paisajes, huacas y museos, con actividades citadinas y tranquilidad pueblerina, se llenó nuestra nueva ruta, y entre foto y foto, el conocimiento de una nueva historia, de una nueva persona, de un nuevo agradecimiento…
Así comienza nuestro recorrido desde el Km 0 de la Panamericana Norte, llamado Lima, hacia el último extremo de este hermoso país llamado Perú, hacia su frontera con Ecuador, hacia Tumbes:
Caral - Paramonga
La salida de Lima fue acompañada por nuestro nuevo amigo Richard, con el cual viajamos pocos kilómetros fuera de la ciudad, para acercarlo al primer pueblo donde comenzaría su nuevo recorrido de ventas. Seguimos camino dirigiéndonos al primer ítem de nuestra lista: la Huaca (sitio arqueológico) Caral, uno de los sitios donde se encuentras los restos arqueológicos preincas más antiguos.
Pasamos la noche cocinando arroz imposible de comer, viendo televisión imposible de entretener y durmiendo con mucho sueño, imposible de aguantar.
El día siguiente llegó con las fotos faltantes de la ciudad y el comienzo de un paisaje lleno de mucha azúcar! Cañas de azúcar de lado a lado, de margen a margen de la ruta… filas y filas de un verde intenso intensificado con el sol del otoño.
Saliendo de la ciudad a unos pocos kilómetros visitamos la segunda de una hermosa lista de huacas: La Fortaleza de Paramonga, límite del Imperio Chimu.
Seguimos viaje y guiándonos por nuestra lista de ítems nuevamente, nos desviamos 2km hacia la costa para tomar fotografías y conocer la Playa Tortugas; una pequeña playa sobre el mismísimo océano, donde el minúsculo pueblo recostado sobre cerros vive de la pesca y nada más que de la pesca.
La llegada por la tarde nos facilitó la posibilidad de tomar un par de fotos ese mismo día, pero por otro lado nos costó muchísimo encontrar un hostal económico, con cochera y a la vez digno. Una vez encontrado, nuevamente tomando una habitación de dos para tres, nos fuimos a cenar un menú, y a la cama…. Los nuevos días laborables hacían que el despertador suene más temprano.
Trujillo – Huanchaco
La ruta nos guió por desierto y plantaciones, algo que no parece ir de la mano pero aquí en Perú sí. Así llegamos a la circular ciudad de Trujillo: La ciudad de las hermosas ventanas enrejadas, la colorida Plaza de Armas y la creciente población adinerada ahora por la explotación de minas.
La playa de Huanchaco se encuentra en el extremo de una bahía formada por el mar, dando la posibilidad de vigilar la entrada y salida de todo vehículo que ingrese a su pueblo, lo que la hace bastante segura para el turismo. Es así como, fomentada por la gran fama de tener las mejores olas, Huanchaco se convierte en una de las playas mas concurridas por los surfistas, junto con Máncora mas al norte (pero aún no nos adelantemos).
Preservando los modelos antiguos de los “caballitos de totora” (réplicas de embarcaciones antiguas hechas de paja), la playa, su malecón y su muelle forman un paisaje único en las costas pacíficas.
Todo esto, junto con una bella ciudad a un costado y un numero importante de huacas muy cerquita unas de otras, hicieron que nuestra estadía en Huanchaco se extendiera por dos noches.
Contentos por encontrar un hostal que nos permitiera dormir dentro de Clota y a su vez prestarnos un baño propio de una habitación desocupada, nos fuimos a dormir, planificando las visitas para los siguientes días.
Y así fue como conocimos a la ciudad más extensa construida en adobe, la Ciudadela de Chan Chan, con increíbles frisos bajorrelieves, tarea realizada por los geniales Chimú,
La salida de Huanchaco fue tardía por la necesidad de abastecimiento, y el paso por todo shopping demora y agranda mas la compra! Una vez cumplido esto partimos a nuestro siguiente ítem: otra huaca.
Tomando la ruta Panamericana N, seguimos viaje entre cañas de azúcar y… mas cañas de azúcar!. Incluso nuestro punto intermedio en el recorrido fue desviarnos unos 10km hacia el pueblo de Cartavio, donde se encuentra una de las mayores fábricas de productos derivados de la caña. Entre verde y verde, caña y caña nos acordamos de Adela…!
Cuando nos acercamos al km 618 de la Pan N (esos ya eran los km que nos separaban de Lima!), nos desviamos tomando una ruta secundaria de poca marcación, hacia el pequeño pueblo de Magdalena de Cao; atravesamos el pueblo y tomando una ruta de ripio, seguimos hasta encontrar la huaca llamada El Brujo, de la cultura Moche o Mochica; allí mientras unos visitaban la huaca y tomaban las fotos necesarias, otros verificaban el estado de Clota, porque el ripio era bieeeennn fulero, y de paso una siestita al sol!.
La noche no es buena consejera de ruta para seguir viaje, entonces, pidiendo permiso en la comisaría del pueblo con invitación de baño incluido y todo, Clota se estacionó en la plaza principal donde se encontraba la iglesia, el teatro, la dependencia y los muuuuchooosss mosquitos; y cocinando algo rico, después de charlas interesantes y curiosos lugareños, nos dispusimos a dormir.
El día siguiente nuevamente la ruta.
Nuestro día ya tenía un propósito marcado: debíamos tomar fotografías en la Huaca Rajada, donde se encuentra el Sr. De Sipán, ubicada a las afueras boreales de la ciudad de Chiclayo, esto hizo que a la misma la conociéramos solo para sacar fotos a la plaza principal (también para la revista) y seguir viaje.
Al día siguiente, con más fuerza y espíritu volvimos a Chiclayo para buscar nuestro siguiente ítem también en los alrededores de la ciudad (36km), esta vez para el oeste.
En busca de la ruta adecuada llegamos sin pensarlo demasiado, al Santuario Histórico Bosque de Pómac, donde con el nombre de uno de los encargados bajo la manga solicitamos guía y lugarcito pa´ dormir!. Así fue como Augusto nos acompañó en esta aventura de sacar fotos a aves, mamíferos y árboles específicos, siendo los últimos los mas buenitos para posar!
Así dejamos Lambayeque y rapidito, rapidito a la ciudad de Piura pero… no llegamos.
Piura – Catacaos – Paita – Colán
La salida de Lambayeque se hizo rogar porque el camino hacia Piura atravesaba un desierto tan bello que las fotos surgían solas.
Llegó el día y, diciendo adiós al playero amigo, salimos en busca de la ciudad.
Piura no era un punto en nuestro listado, pero era una bella ciudad para visitar. Paramos en la plaza principal, contemplamos la izada de bandera dominical, el desfile colegial/católico contra el aborto, charlamos con español contemplativo y partimos nuevamente, en busca de un pueblito en las cercanías de la ciudad: el pueblo de Catacaos, recomendado por iPerú.
“Hay algún argentino que atiene en este restaurante? Preguntamos… eso solo bastó para que Eduardo y Mary nos abrieran su casa, nos dejaran estacionar a Clota en su lote para que descansemos, nos prestaran ducha, cocina, no invitaran con los platos típicos del Perú, nos regalaran limones, cocos, nos contaran de su vida actual, la pasada, añorando todos algunas argentinazas y demás!.
Así fue como pasamos 2 días increíbles en compañía de esta familia maravillosa que no nos dejaba ir, rogándonos que volviéramos para la temporada de verano a preparar asado para vender!!.
Talara – Negritos – Cabo Blanco
La vida de todo viajero es seguir de viaje, entonces partiendo con lágrimas en los ojos, dejamos Colán para dirigirnos a Talara, una ciudad de pasada para nosotros pero significativa para la revista, siendo un foco importante de empresas petroleras. Allí tomamos las fotos necesarias y, desviándonos un poquito al sur, nos fuimos derechito a conocer otra de las playas que nos habían recomendado: Playa Negritos. Llegamos pero la espectacularidad recomendada no la encontramos, entonces sacando un par de fotos, pegamos la vuelta nuevamente hacia el norte en busca de nuestro siguiente ítem para la revista.
Cabo Blanco era una de las tantas playas turísticas populares que la revista necesitaba fotografiar. Llegamos allí con la idea de una Mar del Plata a todo trapo pero… solo encontramos un hotel cerrado, un malecón a medio construir, varias bodeguitas al paso y dos mochileros cordobeses que, perdidos, buscaban donde dormir en este pueblo casi fantasma. Nuevamente llegábamos tarde a estas zonas playeras, donde el turismo explota pero solo en temporada alta… y la verdad, no sabemos como se abastece.
Lo nuestro ya estaba hecho, las fotos sacadas y los mates tomados…. Pero la noche llegó, entonces pidiendo permiso en un parador, estacionamos a Clota bajo las estrellas y, con vista al hermoso océano nos dedicamos a mirar para adentro.
El día siguiente nos despertó con el solcito y el ruido a mar… y así con esa vista, partimos a otro rumbo.
Los Órganos – Máncora
La ruta por la costa entraba y salía y la principal y asfaltada no dejaba ver muy bien los balnearios, entonces solo entramos a otro recomendado por los amigos peruanos, éste un poco mas equipado que Negritos.
La playa se llamaba Los Órganos, y consistía en una calle de arena principal que bordeaba la playa, la famosa costanera, donde de un lado se veía un paredón de rocas y enfrente paradores uno pegadito al otro del otro. Aquí sí que paramos y nos deleitamos con platos marinos; tres distintos… para intercambiar y probar tres variantes distintas de frutos del mar.
El lugar no dio para mucho mas, entonces partimos, con panza llena, hacia otra playa: la famosa Máncora.
Máncora es la típica playa donde todo peruano que nos ha escuchado hablar del deseo de conocer una playa calentita nos aconsejaba llegar, aludiendo que es casi como el caribe! Realmente ésta fue la playa que más turismo y oferta de todo tipo ofrecía de las que ya habíamos conocido. Veíamos pasar por su calle principal (la mismísima ruta) todo tipo de extranjeros y el 60% llevaba una tabla de surf bajo su brazo. El otro 40 se repartía entre artesanos y lugareños.
Aquí POR FIN encontramos un camping (que estaba dentro de un hostel) entonces pensamos que lo mejor era instalarnos allí esa noche, enviar vía internet a Roberto las fotos ya tomadas de los ítems hasta ahora visitados, y darnos un chapuzón en la pileta mientras el hombre del grupete cocinaba por 2da vez en todo el viaje! Le salió rico el atún a la parrilla!
La tarde había caído muy rápido, entonces al no poder aprovechar la playa ese día, decidimos quedarnos un día mas para disfrutar de las arenas casi blancas y de paso tratar de vender fotos en la feria artesanal. La 2da no se pudo lograr, pero…
Punta Sal –Zorritos –Tumbes
Nos levantamos y derechito a la ruta nuevamente. Despidiendo la playa mas popular seguimos un par de kilómetros y encontramos otro cartel de balneario, esta vez uno recomendado por nuestros amigos peruanos y por nuestra guía de rutas.
Entramos a Punta Sal para curiosear y no pudimos salir mas; fue tan hermoso el lugar, tan tranquilo y con aguas tan calientes que el “después” del almuerzo pasó a merienda y de la merienda pasó a la cena y la cena a consultar en la sobremesa al único lugareño que vimos si podíamos dormir en la playa; nos recomendó la calle frente a su puerta principal. Allí pasamos la noche, entre calor, llovizna y paz.
La lista nos llamaba, entonces camino al norte detuvimos el andar en la ciudad costera de Zorritos, donde parece ser que se impuso el primer pozo petrolero marino.
Como toda ciudad de frontera, se ve de todo en un orden medio extraño y a veces caótico. Aquí debíamos tomas fotografías de diferentes puntos e intereses. Así fue que paseamos por su plaza de armas, intentamos almorzar y pasamos por una agencia de turismo para averiguar costos de excursiones donde nos llevarían a tomas las fotos restantes pero que finalmente realizamos nosotros con Clota. Así fue que llegamos a conocer los manglares de Tumbes.
Vuelta ya a la ciudad, nos ocupamos en buscar alojamiento, lo que nos resulto bien difícil en una ciudad de frontera; por eso mismo decidimos volver nuestros pasos un par de kilómetros donde aparecía un cartel de “camping” medio escondido.
Así fue que conocimos a una familia muy amable, dueña de un hospedaje y camping pegadito a la playa, que nos rebajó el precio de una habitación para que descansemos mejor y dejemos descansar a Clota también, y que al enterarse de nuestro deseo de comer algo típico peruano que no pudimos saborear antes, sin avisarnos, nos preparó el plato para que nos vayamos de Perú teniendo ese saborcito en la boca!
Allí, entre discusiones y demás, decidimos cruzar la frontera hacia un nuevo país, hacia una nueva cultura, hacia un nuevo conocimiento, hacia Ecuador. Y pensando en cómo poder aprovechar el poco tiempo y el poco dinero que nos quedaba, resolvimos que lo mejor era que Clota se quedara de este lado, del lado peruano, y que no pasara la frontera.
Fue así como, pidiendo consejo a esta familia, nos ofrecen un lugar en su cochera para que Clota descansara tranquila y nosotros partiéramos más tranquilos aún.
Así fue como pasamos los dos últimos días en Perú, en este bello país, con su bella gente, hasta volver a encontrarnos, en muy poquito tiempo, cuando volvamos del norte… y mas allá!
(*) Tía Blanca y Actitud Nómade compiten por el primer puesto de Fan N°1… GRACIAS MILES!