miércoles, 30 de junio de 2010

TOMO XXXIV EN PERU… Paracas: Arenas pintadas con tiza de colores // 01-05 Mar 2010

El viaje sigue…

Las flechas de la ruta indican el norte y Clota las sigue sin parar, ya para esta altura, intercalando la nafta de 84 octanos abaratando los costos…

El camino nos lleva a Paracas, nos lleva a la costa, nos lleva al océano nuevamente, pero mientras la llegada del agua… puro desierto, arena y curiosidades: como plantaciones en el medio de ese desierto y de esa arena que a simple vista parece un paisaje sacado de El Principito.

Así fue como de la nada apareció, El Choco, Paracas, otros de los puntos marcados por Olivia, la gran Olivia. Pueblo pequeño, a la rivera de la ruta, donde la excursión a las Islas Ballestas lo es todo para el lugareño y su pequeña ciudad.

Llegamos relativamente temprano pero la búsqueda de camping y/o estacionamiento y/o plaza segura, hizo que la noche cayera pronto y la búsqueda terminara en un hostal con precio rebajado y con estacionamiento interno.

Allí la comida se hizo complicada… cocinando en Clota y pasando la comida sin ser vista a la habitación… y de paso la lavada de tanda de ropa mas larga de la historia… había que aprovechar el baño propio! Confirmamos una y otra vez a lo largo de esta travesía, que existe un antes y un después en la vida de cualquier persona, con la llegada del lavarropas automático!!!

Así llegó el cansancio y con él, el sueño. Al día siguiente, luego de una charla acogedora con la dueña del hostal, nos dirigimos directamente a la rambla donde los supuestos turistas pasarían una y otra vez antes y después de su excursión y así comprarían obsequios y recuerdos a los muchos artesanos que hay por estas zonas… y decimos supuestos porque a raíz del penoso terremoto que había azotado a Chile días atrás, Paracas sufría ahora una amenaza (exagerada) de tsunami, lo cual producía que la graaannn maza de turistas no arribara como lo planeado.

Sentíamos que siempre nosotros llegábamos en tiempo equívoco a los lugares fructíferos para la venta de fotos. Pero no importaba, la intención seguía firme, y así fue que tratando de vender fotos y tomar mate a la vez, nos topamos con una gran persona, llamada Richard, un “busca” hecho y derecho, que viajando ciudad por ciudad vendiendo sus mercaderías, que en esta temporada tocaba ropa batic, vive el día a día con la mayor pasión y amor propio; él nos regaló sonrisas, historias, consejos, ideas, cervezas, binchas, pañoletas y la invitación a su casa para cuando pisemos su ciudad, la ciudad de Lima!!!

Así pasó la tarde, viendo atardeceres y barcos, aves y personajes, colores y aromas.

Llegó la noche y gracias a los consejos de los muchos artesanos, nos enteramos de la movida real del pueblo: las excursiones a las Islas Ballestas parten a las 7:30 / 8 am y regresan a las 10am, de allí los mas adinerados siguen la excursión en la Reserva Nacional de Paracas, unos 20 Km de distancia, tomando su almuerzo a la orilla de uno de sus lagos, para partir definitivamente de Paracas por la tarde; todo esto provoca que los artesanos armen su “parche” tipo 7am para que los turistas vean sus artesanías antes de subir a sus barquitos, para luego al regresar tipo 10 ya tengan en mente el regalito que van a llevarse consigo, y con suerte, sigan camino a la Reserva para un nuevo intento.

Resumiendo… luego de ver de día la ciudad y su movimiento tranquilo, decidimos dormir en Clota en la puerta del club de yate de la ciudad, a la orilla del muelle, donde el sereno muy amablemente nos prestó su baño y nos halagó nuestro vivir!. Pero el sueño duró poquito, porque a las 6 el despertador sonó con fuerza, y todos arriba a trabajar!!!

La mas adinerada del grupete, o sea la última en llegar, optó por ser una turista mas, y realizó la excursión, mientras que los otros dos, destinaron su mañana entre venta y producción de nuevas fotos!.

Excursión Islas Ballestas

Excursión Islas Ballestas

La producción fue fructífera, pero la venta no, entonces luego de la llegada de la tercera tripulante arribada de la excursión, decidimos partir en busca de la segunda chance: la venta de fotos en la Reserva Natural, cuando los tan preciados turistas terminen pipones luego de un rico almuerzo.

Fue así que partimos, dejando artesanos, pero llevándonos consejos e invitaciones a casas propias. Quizás volvíamos, quizás no. Por las dudas, muchas gracias a todos.

Entramos a la Reserva Nacional de Paracas, abonando 5 soles cada uno, y en tan solo 10 minutos supimos que no regresaríamos a El Choco. El lugar nos fascinó. Las dunas de arenas amarillas se dibujaban en el cielo azul; las huellas del camino, las aves y los barcos de colores en su laguna interna llenaron nuestros ojos de belleza.

Armamos nuestro puestito en la zona de restaurantes, pero la venta fue nula con la escasez de turistas, entonces luego de almorzar, nos dispusimos a transformarnos nosotros también en turistas y visitar esta hermosa reserva.

Descubriendo playas de arenas amarillas, rojas y negras, viendo infinidad de aves, pinchando cubiertas, y perdiéndonos en los laberintos de huellas sin marcar, cayó el sol y sin él, solo la luna nos guió hasta el museo de sitio, donde un cartel nos indicaba “zona de acampe”… nuestra inmensa alegría solo se equiparaba con el cansancio, entonces comidita y a la cama, dentro de nuestra queridísima Clota. El sol del día siguiente no indicaría que hacer.

Amaneció y una rica ducha en los servicios del museo y un refrescante desayuno…! nos enseñaron el camino a seguir, visitar los lugares que aún no conocíamos de la Reserva, y partir…

Así fue como llegamos al mirador de los lobos marinos, la famosa “catedral”, una formación rocosa, ya derribada por la fuerza del océano, y un bellísimo atardecer que no nos dejó separar la vista de él hasta que el sol finalmente desapareció, lo que provocó que llegara una nueva noche y con ella la decisión de dormir nuevamente en la Reserva, ahora junto a la laguna, frente al puesto de vigilancia y control natural del Parque.
Los Lobos marinos
Playa de arenas rojas
Playa de arenas negras
El mirador de La Catedral
La Catedral (ya derribada)
Atardecer en el Océano

Fue una de las noches mas tranquilas, mas estrelladas y mas pacíficas del viaje, lejos de toda ciudad, de todo ruido, de toda bulla. Nos tocaba planificar, para poder seguir pero había valido la pena parar estos dos días, fuera de toda ciudad. Y así fue.

Fue uno de los amaneceres más hermosos hasta ahora vistos, pero…

El viaje sigue…

1 comentario:

Lu dijo...

Hermooooso lugar ! y esa paz de la que hablan.. infinito placer que no alcanzan palabras y atraviesa el cuerpo.
Y aunque sea con delay de meses, que bueno saber de ustedes! Y nico? bueno, deberia buscar los mails porque ya me estoy extendiendo demasiado para un comentario.
Los abrazo y los saludo con saltos de goool! jajaja la energia mundial es sorprendente