martes, 1 de junio de 2010

TOMO XXXIII EN PERU… Laguna de Huacachina, Ica: Literalmente… un oasis! // 25 Feb - 01 Mar 2010

Existían dos razones por las cuales debíamos pasar por “La Huacachina”, y las dos fueron válidas y cumplidas!
Por un lado, gracias a la buena voluntad de un empleado de turismo de Tacna (ciudad por la cual entramos al Perú), que nos indicó y regaló folletería sobre el país, descubrimos la foto de este punto cardinal, de este paraíso nunca antes visto.

Por otro lado, la muy amable Olivia, dueña del viñedo de Nasca, nos indica en uno de sus puntos destacados para la venta de fotografía, la muy concurrida laguna, incluyendo nombre y contacto de un señor con el cual poder hacer negocios.

Entonces juntando razones, partimos de Nasca como lo contamos en el tomo anterior, rumbo a Ica, ciudad principal de donde parte el camino de acceso a La Laguna de Huacachina (escrito con mayúsculas).

Pero esa mañana nos esperaba un sustito más antes de vislumbrar el paraíso…
Camino hacia las afueras de la ciudad de Nasca, sobre el margen de la ruta, existe una plataforma/mirador de unos 5 mts. de altura desde donde se pueden apreciar dos figuras de las líneas de nasca solo abonando algunos pocos soles. Al costado de esta plataforma algunos puesteros alimentan a su flia con la venta de llaveros, piedras y etcéteras, todo redituado por los antiguos nascas! Y allí… ayudando a alimentar a esas familias con algunas compritas fue que nos enteramos que por un pelo hoy no estábamos acá para escribir estas líneas… porque exactamente 18hs después de nuestro vuelo, uno de mañanita cayó de punta en pleno vuelo, falleciendo todos sus ocupantes en el acto…
Sin creerlo, ya que nos habían pronosticado antes de volar “una caída cada 10 años” siendo el último en el 2008, seguimos ruta, pero el sustito terminó de completarse 5km más adelante cuando nosotros mismos pudimos ver la avioneta destrozada en plena pampa… Para alguno de nosotros la cachetada del destino perduró por más de un día.

El viaje siguió borrando imágenes y posibilidades, atravesando desierto y montaña, y pueblos entre medio de ambos. Así arribamos a la ciudad de Ica, donde el caos de tránsito y la aparición de las hermosas pero alocadas mototaxis, nos demostraron que mejor era partir rapidito de ahí…

Entre preguntas de respuestas inentendibles, desvíos y carteles escondidos, encontramos el acceso a la laguna apareciendo así nomás… como un oasis en pleno desierto de Sahara. Un ojo de agua verde rodeada de palmeras y perimetrada de una rambla y mas allá… dunas y dunas y mas dunas…!

Nuestra primera búsqueda fue dirigida a encontrar el contacto que nos había dado Olivia; ella nos comentó que este buen hombre era dueño de la única biblioteca del lugar, que nos dejaría exponer las fotos y además que nos daría un espacio para dormir en su casa a medio (medio largo) construir. Resumiendo: de muy buen carácter el señor nos invitó a dejar a Clota en la puerta de su casa donde sus vigilantes la cuidarían, nosotros debíamos buscarnos nuestro propio lugar, ya que la bondad tampoco es taaannn generosa. Al día siguiente podríamos llevarle las fotos para ver q podía hacer. Entonces paso siguiente fue la búsqueda de un camping donde quedarnos esa noche, pero las preguntas derivaron en la única respuesta favorable… “allí, en esa esquina suelen pararse algunos con sus carpas o casa rodantes, es una esquina nomás, sobre las dunas”… conclusión en esa esquina pasamos cuatro noches increíbles.

Desde que llegamos esa nochecita, y los días subsiguientes, nuestra vida fue de relajación, disfrute y venta de fotos. Nuestro despertador era el calorcito que sentíamos dentro de Clota cuando el árbol que servía de casita ya no nos cubría. Entonces era momento de levantarnos y preparar un rico desayuno echados en la tan deseada hamaca paraguaya (que tuvo que ser estrenada quichicientos años después de ser comprada y a miles de kilómetros de distancia de su paradero, les parece bonito Sres. Croce??!!); unos mates con pan con dulce y derecho a la rambla para que algunos paseen recolectando fotos de este hermoso lugar y otros se queden vendiendo fotos con los muuuuchosss artesanos que congrega este oasis único, lugar ideal para la práctica de sunboard, elegido por muchos y descubierto por pocos.


Las noches se hacían más populosas y, entre risas, anécdotas y la espera de los “gringos” o “crudos” para vender fotos (porque ellos son los que siempre terminan comprando) pasaban los días, conociendo gente única que nos regalaba su espacio a cambio de mates.
Artesanos que conocían la Argentina más que muchos de nosotros. Personajes que nos enseñaron su arte a cambio de “hacerse famosos”. Fogones sin fuego en las dunas, rondas de historias y guitarra.

Mucha, mucha pero mucha risa para estos cinco días de placer en el lugar sin baño propio pero con el mejor atardecer del desierto.

Nos volveremos a ver, seguro: Chiquito, Jesús, Fernando (peruanos), Ana, David (colombianos), Nancy (canadiense)..................


No hay comentarios: