Después de dejar San Antonio de los Cobres, tomamos una de las bifurcaciones de la famosa ruta 40, para luego empalmar la ruta 52 (que luego tomaríamos nuevamente, para nuestra preocupación, cuando cruzáramos a Chile).
La mañana nos despertó en el camping, donde no podíamos dejar de desayunar apartando la vista de semejante escenario.
Luego, con panza llena, salimos a recorrer el cerro, el pueblo, sus calles de tierra, su plaza principal llena de artesanos/revendedores, que con sus puestitos de carros, ganaban mas por día que un abogado en plena city porteña en un mes! Conocimos sus negocios pa´ los gringos, sus iglesias y su pintoresco cementerio.
Para el día siguiente nos esperaba la partida, pero nuestros fotógrafos, sedientos de material original, salieron tempranito en busca de un cerro enfrentado donde los famosos 7 colores se notaran más… siempre acompañados por el mejor amigo del hombre... esta vez: Toribio.
Luego de travesía con perro incluido, saludamos a “Purma” y partimos para San Salvador de Jujuy, capital de la provincia. El viaje se hizo rapidito, con rutas amplias entre los cerros.
Y allí apareció la ciudad, surcada y cruzada por varios ríos importantes. Esta iba a ser la casa de Clota por un tiempito, y que mejor casa que EL HOGAR de Fabi!!!!!.
Fabiana es una amiga de una amiga de una amiga… y así sigue, de uno de nosotros, con la cual nos contactamos en Baires, preocupados por la estadía de Clota cuando nosotros partiéramos sin ella hacia Bolivia (por consejo de muchos). Con ella nos encontramos al ratito de llegar a la ciudad y con ella pasamos los siguientes seis inolvidables días. Esta amiga de amiga de amiga, terminó siendo NUESTRA GRAN AMIGA, sin escalas ni intermediarios!
El primer día nos invitó a una charla en su facultad, donde un profesor, muy querido y respetado por todos por estos lares, nos sacudió un poco la cabeza, los pensamientos y los orígenes, y nos dio una buena introducción para lo que nos tocaría mas adelante en el norte del país y en toda Bolivia. Luego de ello presenciamos una murga en plena calle principal, y de ahí derechito a nuestro camping, donde pasaríamos solo una noche, para luego instalarnos en la casa de Fabi, y seguir conociéndonos y conociendo la bella ciudad. Una ciudad llena de movimiento, de tráfico, de gente, de curiosidades y de mucha navidad.
Los días siguieron entre ferias, charlas, termas, charlas, películas, charlas, pinchaduras, charlas, trámites, charlas, arreglos, charlas, asados y más charlas. Las noches también llegaron y con ellas cada vez nos acercábamos más a la partida. Queríamos partir antes de navidad y así lo hicimos. El 22 de diciembre, luego de un gran asado como pequeño agradecimiento, partimos sin nuestra amada Clota, la cual dejamos en excelentes manos, a recorrer los paisajes norteños/andinos y nuestro país vecino, Bolivia.
INFINITAS GRACIAS FABI…
Te vamos a extrañar Clota II Murphy!!!
Al día siguiente emprendimos la caminata por la ciudad donde encontramos la típica plaza con sus artesanos, las peñas alrededor, la iglesia y los negocios, hoteles y bares ya preparados desde su nacimiento para los extranjeros, con nombres en inglés y todo!. Calles empedradas y de tierra. Negocios de adobe y casas con cactus en los vértices de sus medianeras para “protección”. Un pueblo norteño hermoso y a la vez muy “para” extranjeros.
Recorrimos todo lo que pudimos y mientras tanto buscábamos otros hostales más económicos… pero la comodidad con igualdad de condiciones ganó por completo… y preocupados por la navidad fuera de casa, terminamos el día haciendo las compras navideñas pero esta vez no de Papá Noel, él llegaría en otra ocasión, solo comprando los preparativos de la gran comilona que nos esperaría el día siguiente.
El día de Noche Buena llegó paseando por la tarde y preparando el pollo a la parrilla con ensaladas para la noche… y así llegaron las 12 de la noche: así… compartiendo la parrilla con el dueño del hostel y flia: así… escuchando peñas toda la noche; así… conociendo a una excelente persona, nuestro nuevo amigo y compañero de emociones: Claudio (porque nadie debe pasar una navidad solo!); así… brindando por una navidad llena de paz y tranquilidad, deseando desde lo lejos que nuestra felicidad y esperanza llegue a nuestras familias y amigos… así… en Tilcara.
Y luego de una linda charla en el hostel, decidimos terminar la noche brindando en el bar pa´ gringos para luego dormir fresquitos y recibir la Navidad como se merece… con amigos nuevos con quien compartir la aventura.
Luego de descender rescatamos a nuestro Claudio querido con él recorrimos la ciudad nuevamente entre mates y galletas. Llegó la noche y, luego de un arroz cuestionado, nos fuimos a dormir. El día siguiente nos esperaría un rico desayuno en la plaza con Maxi y Majo, una pareja de Bariloche, quienes como nosotros viajaban, en una kombi, rumbo México!
Después de buscar y buscar un lugar donde dormir, encontramos el hostel de Charly, una gran persona, que al tener su casa/hostel a medio terminar, nos dejo una habitación espectacular a tan solo $12 c/u, junto con todas las facilidades de cocina, baño, etc. Alli almorzamos y concretamos un asado con Charly y amigos cordobeses para la noche.
Durante la tarde obviamente salimos a recorrer el pueblo. Un lugar hermoso, donde sus calles no se han comprado por “negociantes pa´ gringos”, Sus calles adoquinadas, sus puertas coloridas de madera de árbol y de cardón, sus inexistentes veredas, sus casas de adobe y su monumento al indio; todo ello hacia que Humahuaca sea el pueblo del norte con mas “norte” que todos.
El día siguiente debíamos dejar el hostel de Charly, pero para cuando nos enteramos, la búsqueda de otro alojamiento se dificultó. De todas formas no hay mal que por bien no venga, y como entre los hippies y nómades se entienden, David, el artesano conocido gracias a Maxi (así es la cadena de la vida) nos ofreció compartir su pieza donde vivía con su flia; nosotros a cambió ofrecimos otro asado para la cena, en agradecimiento.
Pero antes durante la tarde, subimos a la Peña Blanca, desde donde se puede ver toda Humahuaca, su valle y montañas.
La mañana siguiente nos levantamos tempranito, y luego de un reto por parte de la dueña del hospedaje, partimos a tomarnos el micro rumbo a Iruya, un pueblito entre las montañas, cruzando el límite provincial nuevamente, pasando otra vez a Salta, pero esta vez para el este.
El viaje duró 3.30hs aprox. donde el colectivo “de línea” surcó entre montañas y ríos (obviamente sin puentes), entre valles y sembradíos, entre pueblitos y ganado.
Un hermosísimo lugar para pasar seis días distintos, inigualables; lejos del bullicio, de las bocinas, de la tv, de los gritos, lejos de toda actividad citadina. Un lugar ideal para pasar fin de año: despedir el viejo y recibir el nuevo con cambios y deseos.
Así fue en Iruya, con excursiones inventadas por nosotros:
Tomamos mate en plazas, siguiendo con las charlas reveladoras.
Visitamos el pueblo de San Isidro, a 3hs de caminata cruzando el río unas 20 veces. Un pueblo mas chico que Iruya, donde había llegado la electricidad solo hacia 5 días. Donde los lugareños vivían de lo que cosechaban en sembradíos a 2 días de distancia.
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Esploramos sitios nuevos descubriendo rapeles inexistentes y lagunas escondidas (plus: sufrida de mojada de cámara fotográfica)
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Descansamos y leímos y volvimos a descansar.
Conocimos gente nueva que fue agrandando nuestro grupo: Marcos y Jesi, una pareja de jóvenes del interior de Bs. As., que venían viajando con la intención de llegar al Machu Pichu; y Michael, un joven nómada, de los pagos de Obama, mas precisamente desde las afueras de California, que viene viajando hace 5 años por todo el mundo literalmente, y que fascinado con Latinoamérica, había elegido Baires para estudiar arte, ahora vacacionando en un pueblito alejado como Iruya.
Así pasaron los días y llegó el 31 de diciembre, día en que se sacan cuentas, se balancea lo realizado y lo postergado, se desean nuevas cosas y/o sentimientos, se observa hacia atrás para mirar mejor hacia adelante. El 31 llegó con caras nuevas, y con las conocidas en casa, lejos de nosotros. Llegó con asado y con felicidad.
Marcaron las 12 de la noche, y todos arriba de la silla para bajar con el pie derecho y asi empezar un año con suerte.
Y luego del brindis y las garrapiñadas, a mover el esqueleto y tirar unos pasos en la pista improvisada de la plaza principal, donde los lugareños y los extranjeros se mezclaban con un poco de dificultad pero que a veces salía una buena juntada de casualidad. Y a descansar, un año nuevo listo para ser estrenado nos esperaba.
Llegó el 1° de enero y llegó con Nego y Ana, una pareja de La Plata, que venían viajando con una estanciera desde su hogar, y que pensaban llegar a Machu Pichu, dejando a su amada casa móvil en La Quiaca, como nosotros a Clota. Nego ayudó a nuestra cámara fotográfica mojada, como nosotros a la cámara fotográfica trunca de Marcos. La vida nos enseña a dar sin esperar nada, porque siempre nos devuelve algo para recibir sin pedir nada.
El 2 de enero era el día en que debíamos dejar este descanso, este pueblo, este ensueño. Y como no había ganas de abandonarlo todavía, los fotógrafos del grupo junto con Marcos Nego y su novia, se fueron a recorrer el cerro enfrentado, pudiendo observar todo Iruya desde lo más alto.
Y así corrimos nuevamente hacia el colectivo que nos llevaría nuevamente a Humahuaca. Así fue nuestro fin de año. Distinto y hermoso. Con gente nueva y con deseos de esperanza y felicidad para la gente que queremos y nos quiere y que esta allá, en casa.
Tocamos Humahuaca de nuevo, pero esta vez era solo para tomarnos el micro hacia La Quiaca, ultimo pueblo antes de cruzar la frontera. Hasta allí conformábamos un grupo de seis personas: los 3 cloteanos, Claudio, Marcos y Jesi. Pero lamentablemente, por cuestiones de horarios, días, destino, o vaya a saber uno por qué, Claudio no podía seguir con nosotros por el momento (para luego ser definitivo en La Quiaca). Nuestro nuevo amigo de rutas, que nos había acompañado por casi 10 días, partía hacia un nuevo destino, hacia una toma de decisión, hacia una nueva vida. Y nosotros con pena por la partida pero con alegría por su futuro nos despedimos momentáneamente.
(Siempre estas entre nosotros Claudio! Tus frases, anécdotas, tus risas y charlas, tus pensamientos e ideas, nos acompañan a cada paso. Te queremos y extrañamos! Nos veremos muy pronto… en la ciudad de cemento o en alguna ruta, pero nos volveremos a cruzar!)
La Quiaca es una ciudad grande comparada a los pueblitos ya visitados del norte argentino. Una ciudad de paso fronterizo, con todo lo que ello significa. Una ciudad de límite, donde la belleza natural se pierde entre el asfalto y el comercio. Allí nos quedamos dos noches, donde charlamos con Alcira, con sus hijos y abuela.
De todas formas no nos íbamos a quedar con los brazos y pies cruzados, entonces preguntando por combis semi privadas, nos tomamos una rumbo al pueblo cercano de Yavi, donde pasamos una linda tarde entre sus callecitas, miradores y mates.
Ahora si ha llegado el momento de dejar el territorio conocido como nuestro país. Ha llegado el momento de cambiar de idiosincrasia; de abrir cabezas y absorber una nueva cultura. Llega Bolivia.
3 comentarios:
Queridos amigos¡¡¡ la verdad como te dije en su momento , este blog y su narracion me emocionan hasta las lagrimas y que se yo...soy asi , las fotos estan muy lindas , todas , les agradesco el haber compartido esos dias conmigo en un momento espesial de mi vida , les mado un gran abrazo , esperando como siempre digo , vernos pronto .
Claudio.
uff se hizo largo pero valio la pena...
eso si se la pasaron comiendo asado viejo, que bacanes!
Lindosssss!!!!! Nicoo, fueron a lo de Fabi!!!! Es emocionante leerlos. Un abrazo grandoOte!! Ceci.
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