domingo, 7 de marzo de 2010

TOMO XII: Si hablamos del norte argentino… hablamos de Jujuy! // 16 Dic 09 - 04 Ene 2010

Si señores…. Llegamos a la famosa provincia con forma de botita… y entramos a la altura del taco de la bota!.

Después de dejar San Antonio de los Cobres, tomamos una de las bifurcaciones de la famosa ruta 40, para luego empalmar la ruta 52 (que luego tomaríamos nuevamente, para nuestra preocupación, cuando cruzáramos a Chile).

Pueden creer que hasta este momento, tanto tiempo y kilómetros recorridos, nunca habíamos pinchado???? Pues bien, siempre hay una primera vez para todo y llegó con viento fuerte, tierra y ruta 40.. que mas podemos pedir.

La ruta 52 nos escondía los caracoles más complicados que Clota se pudo imaginar jamás, la Cuesta del Lipán. Pero los caracoles esta vez estaban de bajada! Solo costó, y bastante, subir su ladera oeste, donde nuestra casita móvil no superó los 40km/hs. La bajada se hizo quemando pastillas de freno y grasa de caja, con gran nube de por medio, pero fue unos de los paisajes mas bellos del norte y Clota llegó a su pico máximo hasta ese momento (4170 msnm).

Así llegamos al pueblo de Purmamarca, primer lugar típicamente jujeño al cual nos adentrábamos; y que manera de empezar… durmiendo a los pies del Cerro de los 7 Colores!

La mañana nos despertó en el camping, donde no podíamos dejar de desayunar apartando la vista de semejante escenario.

Luego, con panza llena, salimos a recorrer el cerro, el pueblo, sus calles de tierra, su plaza principal llena de artesanos/revendedores, que con sus puestitos de carros, ganaban mas por día que un abogado en plena city porteña en un mes! Conocimos sus negocios pa´ los gringos, sus iglesias y su pintoresco cementerio.

Se hizo de noche, y luego de cocinar unos ricos fideos con tuco y unas empanadas para domani, salieron a relucir las cámaras de nuestros fotógrafos para deleitarnos con paisajes del cerro a la luz de las estrellas.

Para el día siguiente nos esperaba la partida, pero nuestros fotógrafos, sedientos de material original, salieron tempranito en busca de un cerro enfrentado donde los famosos 7 colores se notaran más… siempre acompañados por el mejor amigo del hombre... esta vez: Toribio.

Luego de travesía con perro incluido, saludamos a “Purma” y partimos para San Salvador de Jujuy, capital de la provincia. El viaje se hizo rapidito, con rutas amplias entre los cerros.

Y allí apareció la ciudad, surcada y cruzada por varios ríos importantes. Esta iba a ser la casa de Clota por un tiempito, y que mejor casa que EL HOGAR de Fabi!!!!!.

Fabiana es una amiga de una amiga de una amiga… y así sigue, de uno de nosotros, con la cual nos contactamos en Baires, preocupados por la estadía de Clota cuando nosotros partiéramos sin ella hacia Bolivia (por consejo de muchos). Con ella nos encontramos al ratito de llegar a la ciudad y con ella pasamos los siguientes seis inolvidables días. Esta amiga de amiga de amiga, terminó siendo NUESTRA GRAN AMIGA, sin escalas ni intermediarios!

El primer día nos invitó a una charla en su facultad, donde un profesor, muy querido y respetado por todos por estos lares, nos sacudió un poco la cabeza, los pensamientos y los orígenes, y nos dio una buena introducción para lo que nos tocaría mas adelante en el norte del país y en toda Bolivia. Luego de ello presenciamos una murga en plena calle principal, y de ahí derechito a nuestro camping, donde pasaríamos solo una noche, para luego instalarnos en la casa de Fabi, y seguir conociéndonos y conociendo la bella ciudad. Una ciudad llena de movimiento, de tráfico, de gente, de curiosidades y de mucha navidad.

Los días siguieron entre ferias, charlas, termas, charlas, películas, charlas, pinchaduras, charlas, trámites, charlas, arreglos, charlas, asados y más charlas. Las noches también llegaron y con ellas cada vez nos acercábamos más a la partida. Queríamos partir antes de navidad y así lo hicimos. El 22 de diciembre, luego de un gran asado como pequeño agradecimiento, partimos sin nuestra amada Clota, la cual dejamos en excelentes manos, a recorrer los paisajes norteños/andinos y nuestro país vecino, Bolivia.

INFINITAS GRACIAS FABI…

Así saludamos a Clota, hasta la vuelta, para comenzar ahora un viaje distinto, con el peso de las mochilas a cuestas, con horarios impuestos por la salida de los micros, con la compañía de muchos y no de unos pocos. Un viaje distinto pero no menos vivencial.


Te vamos a extrañar Clota II Murphy!!!

Nuestro primer destino en micro fue el pueblo de Tilcara, siempre en la prov. de Jujuy, siguiendo la ruta hacia el norte. Allí llegamos de noche, luego de un par de horas, y luego de buscar hotel, ya que la carpa también había quedado acompañando a Clota. Encontramos uno muy bonito, que por estar fuera de temporada aun, fue un buen premio para pasar una buena y cómoda navidad fuera de casa.

Al día siguiente emprendimos la caminata por la ciudad donde encontramos la típica plaza con sus artesanos, las peñas alrededor, la iglesia y los negocios, hoteles y bares ya preparados desde su nacimiento para los extranjeros, con nombres en inglés y todo!. Calles empedradas y de tierra. Negocios de adobe y casas con cactus en los vértices de sus medianeras para “protección”. Un pueblo norteño hermoso y a la vez muy “para” extranjeros.

Recorrimos todo lo que pudimos y mientras tanto buscábamos otros hostales más económicos… pero la comodidad con igualdad de condiciones ganó por completo… y preocupados por la navidad fuera de casa, terminamos el día haciendo las compras navideñas pero esta vez no de Papá Noel, él llegaría en otra ocasión, solo comprando los preparativos de la gran comilona que nos esperaría el día siguiente.

El día de Noche Buena llegó paseando por la tarde y preparando el pollo a la parrilla con ensaladas para la noche… y así llegaron las 12 de la noche: así… compartiendo la parrilla con el dueño del hostel y flia: así… escuchando peñas toda la noche; así… conociendo a una excelente persona, nuestro nuevo amigo y compañero de emociones: Claudio (porque nadie debe pasar una navidad solo!); así… brindando por una navidad llena de paz y tranquilidad, deseando desde lo lejos que nuestra felicidad y esperanza llegue a nuestras familias y amigos… así… en Tilcara.


Y luego de una linda charla en el hostel, decidimos terminar la noche brindando en el bar pa´ gringos para luego dormir fresquitos y recibir la Navidad como se merece… con amigos nuevos con quien compartir la aventura.

El 25 de diciembre, luego de un rico almuerzo navideño, fuimos a visitar el Pucará de Tilcara, que lamentablemente, por el pesebre navideño, solo pudimos recorrer su parte inferior, pero allí conocimos a la familia Dlugovitzky, de Entre Ríos, quienes nos llevaron con su auto (y con su mucho miedo por la cornisa) a la Garganta del Diablo, desde donde se podía ver todo el pueblo desde las alturas.
Pucará de Tilcara

Garganta del Diablo

Luego de descender rescatamos a nuestro Claudio querido con él recorrimos la ciudad nuevamente entre mates y galletas. Llegó la noche y, luego de un arroz cuestionado, nos fuimos a dormir. El día siguiente nos esperaría un rico desayuno en la plaza con Maxi y Majo, una pareja de Bariloche, quienes como nosotros viajaban, en una kombi, rumbo México!

Después de desearnos suerte mutuamente, salimos corriendo, literalmente, a tomarnos el micro que nos llevaría al siguiente pueblo, a la siguiente parada, ahora acompañados, ahora siendo 4 participantes, ahora compartiendo, ahora disfrutando todo con Claudio, quien cambiaría su plan original dándolo vuelta 180 grados y nos acompañaría por más de una semana en nuestra aventura, ahora enriquecida por él también.

Llegó Humahuaca…llegó con sol y con ganas… llegó de tarde y con hambre.

Después de buscar y buscar un lugar donde dormir, encontramos el hostel de Charly, una gran persona, que al tener su casa/hostel a medio terminar, nos dejo una habitación espectacular a tan solo $12 c/u, junto con todas las facilidades de cocina, baño, etc. Alli almorzamos y concretamos un asado con Charly y amigos cordobeses para la noche.

Durante la tarde obviamente salimos a recorrer el pueblo. Un lugar hermoso, donde sus calles no se han comprado por “negociantes pa´ gringos”, Sus calles adoquinadas, sus puertas coloridas de madera de árbol y de cardón, sus inexistentes veredas, sus casas de adobe y su monumento al indio; todo ello hacia que Humahuaca sea el pueblo del norte con mas “norte” que todos.

Cumpliendo con el pedido de Maxi, de entregar saludos y agradecimientos, buscamos a David, un artesano de piedras y macramé, un personaje de la vida, que tiraba su paño en el monumento. Hecho esto y después de unos ricos mates y una charla reveladora a la orilla del río, volvimos al hostel a ayudar con el asado comunitario; y mientras se cocían las papas y la carne, disfrutamos de los geniales Les Luthiers en DVD.

El asado llegó con todo, y luego de escarbadientes y damajuana, nos fuimos “ahicito” nomas, donde el folclore y la danza siguieron hasta que el sueño venció.

El día siguiente debíamos dejar el hostel de Charly, pero para cuando nos enteramos, la búsqueda de otro alojamiento se dificultó. De todas formas no hay mal que por bien no venga, y como entre los hippies y nómades se entienden, David, el artesano conocido gracias a Maxi (así es la cadena de la vida) nos ofreció compartir su pieza donde vivía con su flia; nosotros a cambió ofrecimos otro asado para la cena, en agradecimiento.
Pero antes durante la tarde, subimos a la Peña Blanca, desde donde se puede ver toda Humahuaca, su valle y montañas.

Y de ahí derechito a comprar víveres para la cena. Fue una linda noche, con charlas, risas, pollo, carne, ensalada y arroz. A correr para comer… se ha dicho!.

La mañana siguiente nos levantamos tempranito, y luego de un reto por parte de la dueña del hospedaje, partimos a tomarnos el micro rumbo a Iruya, un pueblito entre las montañas, cruzando el límite provincial nuevamente, pasando otra vez a Salta, pero esta vez para el este.
El viaje duró 3.30hs aprox. donde el colectivo “de línea” surcó entre montañas y ríos (obviamente sin puentes), entre valles y sembradíos, entre pueblitos y ganado.

Finalmente llegamos al tesoro escondido: un pueblo recóndito entre las montañas, donde las calles empedradas y empinadas nos jugaban una maratón, cada vez que uno las recorrías. Casas de adobe y piedra. La iglesia a la entrada del pueblo, como toda entrada aquí en el norte. Parte de las 80 casitas establecidas del otro lado del río, donde las lucecitas de la calle dibujaban de noche, un camino hacia el cielo. Un río chocolatoso surcando el pueblo. Un cementerio lleno de color…
Un hermosísimo lugar para pasar seis días distintos, inigualables; lejos del bullicio, de las bocinas, de la tv, de los gritos, lejos de toda actividad citadina. Un lugar ideal para pasar fin de año: despedir el viejo y recibir el nuevo con cambios y deseos.

Así fue en Iruya, con excursiones inventadas por nosotros:


Tomamos mate en plazas, siguiendo con las charlas reveladoras.

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Visitamos el pueblo de San Isidro, a 3hs de caminata cruzando el río unas 20 veces. Un pueblo mas chico que Iruya, donde había llegado la electricidad solo hacia 5 días. Donde los lugareños vivían de lo que cosechaban en sembradíos a 2 días de distancia.

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Esploramos sitios nuevos descubriendo rapeles inexistentes y lagunas escondidas (plus: sufrida de mojada de cámara fotográfica)

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Despelotamos el cuarto, lavamos ropa, y volvimos a despelotarlo comiendo.

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Descansamos y leímos y volvimos a descansar.


Conocimos gente nueva que fue agrandando nuestro grupo: Marcos y Jesi, una pareja de jóvenes del interior de Bs. As., que venían viajando con la intención de llegar al Machu Pichu; y Michael, un joven nómada, de los pagos de Obama, mas precisamente desde las afueras de California, que viene viajando hace 5 años por todo el mundo literalmente, y que fascinado con Latinoamérica, había elegido Baires para estudiar arte, ahora vacacionando en un pueblito alejado como Iruya.

Así pasaron los días y llegó el 31 de diciembre, día en que se sacan cuentas, se balancea lo realizado y lo postergado, se desean nuevas cosas y/o sentimientos, se observa hacia atrás para mirar mejor hacia adelante. El 31 llegó con caras nuevas, y con las conocidas en casa, lejos de nosotros. Llegó con asado y con felicidad.


Marcaron las 12 de la noche, y todos arriba de la silla para bajar con el pie derecho y asi empezar un año con suerte.
Y luego del brindis y las garrapiñadas, a mover el esqueleto y tirar unos pasos en la pista improvisada de la plaza principal, donde los lugareños y los extranjeros se mezclaban con un poco de dificultad pero que a veces salía una buena juntada de casualidad. Y a descansar, un año nuevo listo para ser estrenado nos esperaba.

Llegó el 1° de enero y llegó con Nego y Ana, una pareja de La Plata, que venían viajando con una estanciera desde su hogar, y que pensaban llegar a Machu Pichu, dejando a su amada casa móvil en La Quiaca, como nosotros a Clota. Nego ayudó a nuestra cámara fotográfica mojada, como nosotros a la cámara fotográfica trunca de Marcos. La vida nos enseña a dar sin esperar nada, porque siempre nos devuelve algo para recibir sin pedir nada.

El 2 de enero era el día en que debíamos dejar este descanso, este pueblo, este ensueño. Y como no había ganas de abandonarlo todavía, los fotógrafos del grupo junto con Marcos Nego y su novia, se fueron a recorrer el cerro enfrentado, pudiendo observar todo Iruya desde lo más alto.


Y así corrimos nuevamente hacia el colectivo que nos llevaría nuevamente a Humahuaca. Así fue nuestro fin de año. Distinto y hermoso. Con gente nueva y con deseos de esperanza y felicidad para la gente que queremos y nos quiere y que esta allá, en casa.


Tocamos Humahuaca de nuevo, pero esta vez era solo para tomarnos el micro hacia La Quiaca, ultimo pueblo antes de cruzar la frontera. Hasta allí conformábamos un grupo de seis personas: los 3 cloteanos, Claudio, Marcos y Jesi. Pero lamentablemente, por cuestiones de horarios, días, destino, o vaya a saber uno por qué, Claudio no podía seguir con nosotros por el momento (para luego ser definitivo en La Quiaca). Nuestro nuevo amigo de rutas, que nos había acompañado por casi 10 días, partía hacia un nuevo destino, hacia una toma de decisión, hacia una nueva vida. Y nosotros con pena por la partida pero con alegría por su futuro nos despedimos momentáneamente.

(Siempre estas entre nosotros Claudio! Tus frases, anécdotas, tus risas y charlas, tus pensamientos e ideas, nos acompañan a cada paso. Te queremos y extrañamos! Nos veremos muy pronto… en la ciudad de cemento o en alguna ruta, pero nos volveremos a cruzar!)

Éramos cinco ahora los que tomamos el micro hacia el pueblo fronterizo de Argentina-Bolivia. Hacia allí fuimos y gracias a Marcos, luego de 3hs aprox. de viaje, nos alojamos en la casa de Alcira. Una señora que abre las puertas de su propia casa para alojar a personas que de boca en boca van generando una red de confianza y compañía para ella también.

La Quiaca es una ciudad grande comparada a los pueblitos ya visitados del norte argentino. Una ciudad de paso fronterizo, con todo lo que ello significa. Una ciudad de límite, donde la belleza natural se pierde entre el asfalto y el comercio. Allí nos quedamos dos noches, donde charlamos con Alcira, con sus hijos y abuela.

Esta parada en La Quiaca fue con la intención principalmente de comprar los pasajes de tren que nos llevaría de Villazón a Uyuni, ya en el país vecino de Bolivia. Fue por ello que los tres hombres del grupo se levantaron al día siguiente a las 5.30am para cruzar la frontera y hacer una cola infernal, que duró horas y que finalmente, luego de coladas, gritos y empujones no se llegó a comprar nada. Por el enojo de los boleteros y demás, la empresa no vendió ni un solo ticket, y como otro día no queríamos perder, se decidió comprar un boleto en bus a la primera ciudad donde el tren tenía la siguiente estación. Allí probaríamos otra vez.

De todas formas no nos íbamos a quedar con los brazos y pies cruzados, entonces preguntando por combis semi privadas, nos tomamos una rumbo al pueblo cercano de Yavi, donde pasamos una linda tarde entre sus callecitas, miradores y mates.

Luego de un viaje de vuelta agitado, donde nos enteramos que el Frannnnsuaaa había vendido una camioneta por 30 lucas! (solo para entendidos), llegamos a lo de Alcira para dormir la ultima noche. El día siguiente nos esperaría con una pizza compartida entre ella y nosotros y una linda charla, donde prometíamos volver para challar títulos universitarios y compra de Clota. Gracias Alcira por abrirnos tu casa y tu flia!.

Ahora si ha llegado el momento de dejar el territorio conocido como nuestro país. Ha llegado el momento de cambiar de idiosincrasia; de abrir cabezas y absorber una nueva cultura. Llega Bolivia.

3 comentarios:

claudio dijo...

Queridos amigos¡¡¡ la verdad como te dije en su momento , este blog y su narracion me emocionan hasta las lagrimas y que se yo...soy asi , las fotos estan muy lindas , todas , les agradesco el haber compartido esos dias conmigo en un momento espesial de mi vida , les mado un gran abrazo , esperando como siempre digo , vernos pronto .
Claudio.

aruel dijo...

uff se hizo largo pero valio la pena...

eso si se la pasaron comiendo asado viejo, que bacanes!

Cecilia dijo...

Lindosssss!!!!! Nicoo, fueron a lo de Fabi!!!! Es emocionante leerlos. Un abrazo grandoOte!! Ceci.