Arrancamos el viaje por una ruta de costa sin aún poder ver la costa.
El camino subía y bajaba constantemente con los ya conocidos carteles gigantes y pistas de emergencias para camiones y, de repente… el mar a nuestra izquierda. El Océano Pacífico, gigante, inmenso, azul petróleo, rocas y acantilados y de golpe… otra vez montaña y desierto y otra vez mar… y así es Chile: el Pacífico bañando la mismísima Cordillera de los Andes.
El camino subía y bajaba constantemente con los ya conocidos carteles gigantes y pistas de emergencias para camiones y, de repente… el mar a nuestra izquierda. El Océano Pacífico, gigante, inmenso, azul petróleo, rocas y acantilados y de golpe… otra vez montaña y desierto y otra vez mar… y así es Chile: el Pacífico bañando la mismísima Cordillera de los Andes.
Ni bien hubo un claro, una playita donde bajar, paramos a Clota para que descanse y nosotros mientras descubríamos la fabulosa fauna, especialmente la marina de estas costas, de este Océano, de estas alturas.
Y así llegamos a Iquique, una ciudad grande, turística, de playa, con rambla, shopping, bancos, cines, y todo lo que una ciudad balnearia puede tener.
Ahora la odisea era encontrar un camping donde parar. Todos nos indicaban un lugar distinto y por caer un domingo ningún ente turístico estaba disponible. Finalmente nos indicaron una playa a 22km retrocediendo sobre nuestros pasos donde se hallaban camping… pero parece que el chileno toma el camping muy enserio pero en la mismísima playa, sin ningún perímetro cerrado, ni enchufe, ni servicio… simplemente familias enteras distribuidas en amplias carpas, cada una formando distintos ambientes de “la casa” y su baño un cachito mas allá (otra carpita finita y alta con su respectivo balde). No faltaba el pequeño grupo electrógeno y los tanques de 20lts para el agua. Y todo esto frente al mismísimo océano sin pagar un peso!. Así pasan sus vacaciones y así nosotros pasamos la noche (sin tantos ambientes pero con Clota que hace una gran competencia).
Ahora la odisea era encontrar un camping donde parar. Todos nos indicaban un lugar distinto y por caer un domingo ningún ente turístico estaba disponible. Finalmente nos indicaron una playa a 22km retrocediendo sobre nuestros pasos donde se hallaban camping… pero parece que el chileno toma el camping muy enserio pero en la mismísima playa, sin ningún perímetro cerrado, ni enchufe, ni servicio… simplemente familias enteras distribuidas en amplias carpas, cada una formando distintos ambientes de “la casa” y su baño un cachito mas allá (otra carpita finita y alta con su respectivo balde). No faltaba el pequeño grupo electrógeno y los tanques de 20lts para el agua. Y todo esto frente al mismísimo océano sin pagar un peso!. Así pasan sus vacaciones y así nosotros pasamos la noche (sin tantos ambientes pero con Clota que hace una gran competencia).
El día siguiente lo destinamos a LA INAUGURACION DE LA TEMPORADA DE PLAYA PARA 12 VOLTS.
Utilizando la playa de estacionamiento de un supermercado para guardar a Clota (y por supuesto su baño), pasamos el día en la playa y vimos el sol irse a descansar entrando por la puerta grande del océano; para 3 de los 4 integrantes fue por primera vez en la vida.
Utilizando la playa de estacionamiento de un supermercado para guardar a Clota (y por supuesto su baño), pasamos el día en la playa y vimos el sol irse a descansar entrando por la puerta grande del océano; para 3 de los 4 integrantes fue por primera vez en la vida.
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Al anochecer, sobre la rambla, mientras que algunos de nosotros se bañaban en la mismísima playa, otros intentábamos “tirar el paño” de las fotos junto con otros artesanos. Aunque Uds. No lo crean, los 1ros lograron su cometido: ducha pública con shapoo y todo, algo raro para el ojo argentino; mientras que los 2dos, haciendo algo común a muchos, al lado de otros haciendo idéntica actividad, fueron “levantados” al instante por la policía sin poder lograr su cometido.
Y bue… a veces el viaje se parece a la canción de María Elena Walsh.
Se hizo de noche y que mejor que compartir espacio nuevamente con las familias campistas, en su amplio patio.
La mañana llegó y luego de observar nuevamente la fauna marina del Pacífico, tan sorprendente, partimos rumbo a Arica, ciudad fronteriza, ciudad que nos daría el paso hacia otro país, hacia otra visión, hacia otras costumbres.
Y bue… a veces el viaje se parece a la canción de María Elena Walsh.
Se hizo de noche y que mejor que compartir espacio nuevamente con las familias campistas, en su amplio patio.
La mañana llegó y luego de observar nuevamente la fauna marina del Pacífico, tan sorprendente, partimos rumbo a Arica, ciudad fronteriza, ciudad que nos daría el paso hacia otro país, hacia otra visión, hacia otras costumbres.
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